29 diciembre 2007

modernos tradicionalistas...


A veces me pregunto por qué las personas cambian mientras camino a través de los lugares. Quisiera que alguna persona que experimenta este mismo sentimiento me acompañara a descubrirlo. En ocasiones mi cerebro no logra comprender cuál es la distinción si solo cambian las coordenadas. El pensamiento machista, el de las féminas que no se sdan cuenta... Un mundo donde la apariencia es importante al grado de no notar en lo más mínimo el pensamiento de las personas. Un mundo en el que debes vestirte bien porque 'como te ven te tratan' y no debes usar colores que no estén a la moda. Malditas tradiciones mal entendidas que nos afectan a los jóvenes por sus estúpidas ideas de 'modernidad tradicionalista'...

14 diciembre 2007

just because... (parte II)




Te busco entre el blanco y la oscuridad de una habitación donde revolotean como insectos mis pensamientos con tu nombre como alas. Te busco y solo encuentro manchas como gotas de recuerdos salpicadas en donde se leen los detalles que me hacían sonreir. Un susurro delirante me hace recordar en este momento que el sol no es sólo el astro que alumbra el planeta, sino todo aquello que ilumina el pensar y sentir de un alma, pero su delirio es más fuerte y entonces caigo en cuenta de que la luna es como un momento olvidado, de modo que vuelvo en la monótona melancolía de pensar en que los insectos, gotas, susurros y delirios serían realidad en cualquier momento que tu decidas romper una promesa y despedirte para nunca volver...
Descubrirlo duele, pero es mejor aceptalo antes que muera por el delirio de un susurro que salpica gotas de melancolía en los insectos que llevan tu nombre en sus alas...

13 diciembre 2007

just because... (parte I)




Aquí me encuentro recostada en el azul y brumoso silencio de una noche más. Estoy encerrada con mis sueños; atrapada en este cuarto con mis pensamientos más profundos a la luz de una lámpara que los ilumina para no ser perdidos de vista. Encarcelada sin más voz que la de una pluma que descuartiza la quietud de la situación y hora mientras desliza su punta en una hoja improvisada. Sólo escucho sus continuos golpes, golpecitos sobre el cartón que sirve como soporte sobre esta miserable suavidad tormentosa en que me encuentro. La escucho y también escucho al oxígeno que se interna en lo más profundo de mi cuerpo y renuncia a su libertad para acompañarme en este encierro. Una extraña temperatura invade la habitación, creando una sensación de tranquilidad sofocada por la desesperación ante la misma; una tranquilidad que de ninguna forma me tranquiliza y sólo me fortalece para romper en un momento este desquiciado silencio y fulminar mi monótona condena...